PROCUSTO Y TESEO, POLÍTICA Y PERIODISMO #MartesDeColumnas JOSÉ LUIS JAIMES ROSADO EN www.excelsior.com.mx
En la reciente etapa política en México, del año 2000 a la fecha, se ha venido exacerbando un contexto social de diferencias, intolerancias, exclusiones, cuyo origen es la administración pública, la instrumentación política, el uso del poder, desde quienes por turnos sexenales han sido electos; en paralelo con un periodismo funcional (en apoyo) o evolutivo (crítico).
En la mitología griega, Procusto ofrecía posada a los viajeros. El invitado se acostaba en una cama de hierro, al dormir era atado y las extremidades que sobresalían Procusto las cortaba, incluso la cabeza. Si el peregrino era menor en tamaño a la cama Procusto lo descoyuntaba para estirarlo. Las víctimas siempre perecían porque, se decía, existían tres herramientas: la cama larga, la cama corta, y la cama “ajustable”.
Teseo invirtió el proceso: retó a Procusto a medirse en la cama y una vez recostado lo ató y cortó pies y cabeza; aplicó la misma medida. Fue la última acción pública de Teseo.
Lo anterior, se presenta como un paralelo simbólico en el México de los últimos 24 años en donde los políticos se han encargado de “ajustar” la sociedad a su visión, pensamiento y creencias con los mismos resultados de Procusto: el pueblo siempre es víctima. Y el periodismo ha ejercido el papel de “cama” o de Teseo, “medirlos en su propia cama”, aunque sea lo último que se pueda hacer.
Pero entre la mitología griega y la actualidad mexicana obvio hay diferencias, contexto por redimensionar. En la psicología, el Síndrome de Procusto es el miedo a sentirse superado que se convierte en intentos por dañar a los más hábiles, humillándolos y acosándolos. El Síndrome de Procusto es contrario a la democracia, la inclusión, la tolerancia, la empatía o la misericordia, toda vez que la persona con poder (jefe, dueño, líder, dirigente…) desprecia al que sobresale, al más capacitado, al que logra mejores resultados, al tiempo que procura mantener una uniformidad constante donde las divergencias no caben o se castigan.
Así, parecería que lo redituable con jefes, incluso con los propios subordinados (y electores) es ignorar propuestas, tergiversas ideas, criticar intentos, obstaculizar proactividad y limitar la creatividad porque nadie puede estar “a las medidas” de Procusto.
Lo anterior se debe a la existencia de personas con constantes experiencias de frustración no superadas, desconfianza como resultado de la sensación de poco control o posible traición, baja autoestima, eventos estresantes o traumáticos que redundan en dudas de su propia capacidad. Aunque también se presenta el polo opuesto, la autoestima exagerada (narcisismo), que de manera consciente produce que se actúe contra las personas que sobresalen y de manera inconsciente provoca asumir la posición “los demás no saben, están equivocados”.
Contrario al Síndrome de Procusto está la Ergonomía, imposición de fuerzas para adaptar al sujeto a una interpretación de la “realidad” o diseñar un trabajo para que se adapte al empleado, para que el trabajo sea más seguro. Resultado: personas “multichambas”, que no cumplen perfil profesiográfico, “chapulines” políticos… y que absolutamente todo consultarán con el superior antes de mover una coma.
Lo que el “mandamás” gana con la Ergonomía, entre otras cosas, es mantener todo a su alcance porque no cede la toma de decisiones; utilizar la altura de su codo como referencia para no ser rebasado y a todos poderlos ver hacia abajo (poder) y por debajo del hombro (subordinación); minimizar la fatiga, el mínimo de proyectos para destinar el máximo de recursos y converger lo más que se pueda en ellos; minimizar la presión directa para que lo contrario, lo opuesto, lo “no considerado”, no estorbe ni se fije en el referente social, y mantener un ambiente confortable, único y exclusivo para su propia “realidad”.
El sexenio 2024-2030 será complejo para la Presidenta que resulte electa —para ambas posibilidades— ante la integración de equipos para proyecto y gobierno según su visión y la atención al verdadero contexto social; todo atestiguado por un periodismo que de acrecentar su “funcionalidad” rebasará lo que ya se ha visto de servilismo y adulación o “evolutivo” reflejando la vida nacional resistiendo las “medidas procustonianas”.