RETROVISOR / NARRO, POLÍTICO DE LA TRANSICIÓN (EL DESTAPE-SEGUNDA PARTE) #Domingeando @ivonnemelgar
“¿Y el doctor Narro, por qué no ?”
Esa fue la pregunta que el presidente Enrique Peña hizo ante un grupo de colaboradores con quienes confirmó los nombres de los participantes de la llamada liturgia del destape.
Para quienes participaron de ese diálogo quedó claro que el jefe de los priistas quiso compartir la idea de que seguía dándole vuelta a cuatro prospectos: José Antonio Meade, José Narro Robles, Aurelio Nuño y Miguel Osorio.
Los testigos de esa conversación cuentan que Peña fue enfático al asegurar que el ex rector de la UNAM se encuentra en su ánimo y juega en serio en la evaluación para la candidatura del PRI.
La confirmación presidencial sobre el encarte de Narro ocurrió ante el gesto de incredulidad de uno de sus interlocutores, quien alegó que su duda surgía por la edad y el perfil del secretario de Salud.
Peña entonces, dicen, sonrió como diciendo y eso qué importa y reiteró afirmativamente: “Por qué no Narro…¡Quién sabe!”.
La anécdota evidencia la importancia que para el Presidente tiene el ex rector que, a pesar de haberse incorporado al gabinete a medio camino, fue ganándose su cara confianza hasta pertenecer al círculo de los íntimos y tapados.
PASADO
Lo que le sucedió al doctor Narro en el primer círculo presidencial es, sin embargo, una constante generalizada en la vida política del también ex director de la Facultad de Medicina de la UNAM: su capacidad de sumar, generar confianza y convertirse en pieza clave del momento.
Para quienes participamos en el movimiento del CEU, la figura de Narro, entonces secretario general del rector Jorge Carpizo, resulta emblemática para comprender el rol que desempeñó esa generación de políticos en la alternancia del país.
Fue ahí, en los diálogos públicos entre líderes estudiantiles y autoridades universitarias que se escribió el epílogo de lo que después sería la competencia electoral de 1988, la creación del PRD y la transición democrática que vendría.
Narro inauguró personalmente una ruta de diálogo con la izquierda universitaria que resultó crucial para destrabar aquel conflicto. Una década después, volvió al campus con el rector Juan Ramón de la Fuente para darle salida a la huelga estudiantil de 1999-2000.
PRESENTE
Con 68 años de edad, el secretario de Salud es el político que mejor conoce las entrañas del sistema, pero también a los protagonistas de la oposición.
Se trata del funcionario peñista con mayor carisma en todos los sectores y con capacidad de diálogo ante todas las marcas partidistas, como resultado de una biografía en que la constante ha sido la construcción de salidas institucionales a los problemas por la vía del consenso.
Priista desde siempre, Narro despleiga actualmente las lecciones de batallas que libró como colaborador de primer nivel de Luis Donaldo Colosio y Jorge Carpizo, a quien acompañó también en la Secretaría de Gobernación.
De ahí que su gestión en la Secretaría de Salud se distinga por la articulación de esfuerzos y un liderazgo que respeta las particularidades de una federación pluripartidista.
FUTURO
Por lo conseguido en la administración pública y las probadas credenciales en la conducción de la UNAM durante dos rectorados, Narro no sólo es finalista en la sucesión presidencial priista sino valorado prospecto de la oposición en un eventual gobierno de coalición.
Aunque ahora le lanza descalificaciones propias de su arenga, el presidenciable Andrés Manuel López Obrador sabe del talento político del ex rector, a quien trató mucho cuando la Universidad viró a la izquierda perredista, a fin de desmarcarse de los gobiernos del PAN en los sexenios de Fox y Calderón.
Si bien algunas quinielas priistas también lo mencionan para una eventual candidatura al gobierno de la CDMX, Narro ha dicho ya que esa boleta no le interesa.
Lo cierto es que en cualquier escenario de un futuro gabinete plural, el nombre de Narro surge. Y es, junto con Manlio Fabio Beltrones, el perfil priista más apreciado por los artífices del Frente Ciudadano por México.
LO BUENO
Padre y abuelo, con una familia estable, sin expendientes adversos en su historia, Narro tiene a su favor la capacidad de la comunicación política con diferentes públicos y la conexión natural con los jóvenes, esa que nos permitió calificarlo como el potencial Bernie Sanders mexicano, en referencia al senador demócrata estadounidense que tan buena campaña hizo entre los universitarios desencantados con la política tradicional.
Así que, paradógicamente, aún cuando se habla de su edad como un talón de Aquiles, el ex rector cuenta con las mejores tablas para pelear el complejo y definitivo voto de los millenials.
LO MALO
No obstante, el mayor handicap del ex rector radica en su clara visión liberal, que linda con la social democracia y la centro izquierda, adscripciones políticas que no siempre agradan al poder económico y a las Iglesias.
Y si bien cuenta con amigos y promotores en el empresariado –ahí están sus cenas populares con Carlos Slim–, es evidente que Narro es un convencido de la necesidad de frenar los excesos del neoliberalismo, una agenda que podría incomodar a muchos.
LO FEO
Como político exitoso que es, Narro sabe elegir sus pleitos y llevarlos a cabo. Y no es un secreto que tuvo momentos de tensión con el canciller Luis Videgaray, cuya opinión se considera definitoria para el balance que ahora realiza el presidente Peña.
Así que el Sanders mexicano podría tener en su contra el hecho de no pertenecer al equipo de los tecnócractas, de donde habría salido el irrespetuoso argumento de que la edad juega en contra.
LA CITA IMPERDIBLE
“La experiencia es algo que no consigues hasta justo después de necesitarla”: Sir Laurence Olivier, director y actor británico.
RETROVISOR / MEADE, EL TECNO POLÍTICO (EL DESTAPE-PRIMERA PARTE) @ivonnemelgar
COLUMNA PUBLICADA EN EXCÉLSIOR, PARA LEER PRIMERA PARTE:
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