RETROVISOR POLÍTICO / PRI: ¿CAMINO A LA EXTINCIÓN? @ivonnemelgar #Domingueando mujeresmas.mx

COLUMNA, NACIONAL, POLÍTICA

• En el discurso, panistas, priistas y perredistas hablan de arrebatarle la mayoría legislativa al presidente López Obrador y de quedarse al menos con siete de las 15 gubernaturas que habrán de disputarse el próximo 6 de junio.

Por supuesto que para la oposición el premio del juego electoral se llama sobrevivir.

Y eso es lo que buscan con su alianza las dirigencias del PAN, PRI y PRD. Saben que sin 2021, no habrá 2024.

Pero hasta para sobrevivir hay niveles. Una ruta es hacerlo como satélite del poder hegemónico. Y otra, aunque sea cuesta arriba, es la de reconstruir la condición de contrapeso.

En el discurso, panistas, priistas y perredistas hablan de arrebatarle la mayoría legislativa al presidente López Obrador y de quedarse al menos con siete de las 15 gubernaturas que habrán de disputarse el próximo 6 de junio.

En los hechos, sin embargo, las tres marcas fusionadas en la alianza Sí por México son muy desiguales en la posibilidad de concretar ese compromiso.

Mientras el PRD se sigue vaciando de manera natural porque su militancia se identifica con el presidente López Obrador, el partido en el poder continúa fichando a los buenos cuadros priistas, ahí donde sabe que los morenistas no darán el ancho. Son los casos de las candidatas a las gubernaturas de Nuevo León, Clara Luz Flores, y de San Luis Potosí, Mónica Rangel.

Y si bien hay cuadros del PAN que se convierten a la 4T, ésta es la marca partidista que mayor resistencia opositora ha desplegado, tanto en el Congreso como entre sus gobernadores e incluso a través de sus expresidentes y políticos ahora desempolvados.

Podrá decirse que se trata de formas diferentes de hacer política: Los priistas siempre serán muy institucionales y los panistas viene de la tradición de la protesta.

La cosa es que de un lado Peña Nieto sólo asoma la cabeza en Twitter para dar condolencias, en contraste con un Felipe Calderón que participa cotidianamente en el diálogo circular del presidente López Obrador.

Lo mismo pasa con los excandidatos presidenciales de 2018: el priista José Antonio Meade guarda bajo perfil, aunque se sabe que, cuando es requerido, comparte con la actual administración sus especializados conocimientos de cinco veces secretario de Estado. En contraste, Ricardo Anaya hace una videoexcursión de contenido crítico al gobierno y promete hacer campaña para algunos de sus compañeros panistas. Y si juzgamos el tema con los movimientos electorales, la duda sobre qué tan opositores quieren ser los priistas crece todavía más.

Porque frente a los políticos profesionales que el PAN incorporó en sus listas de candidatos a la Cámara de Diputados, Santiago Creel y Margarita Zavala, por ejemplo, en las del PRI no figura un Manlio Fabio Beltrones ni José Narro.

A diferencia del dirigente panista, Marko Cortés, que tuvo la delicadeza de quedarse al margen de las pluri, su homólogo tricolor, Alejandro Moreno Cárdenas, encabeza las de su partido. No es una novedad. Lo que sí llama la atención es que sus acompañantes hacia las curules de San Lázaro no tengan la potencia de la actual bancada, hecha de políticos profesionales que saben lucirse en la tribuna y en la confección de productos parlamentarios. Basta referirnos a la diputada presidenta Dulce María Sauri, cuya templanza será sello del Congreso en pandemia. Y eso es lo que ha suscitado enojo en algunos sectores priistas por las listas armadas en lo oscurito, sin consulta, incorporando a hijos de políticos o colaboradores de los integrantes del primer círculo de la dirigencia.

Otra queja es que no todos los gobernadores fueron atendidos. Sólo aquellos que más afinidad o disciplina guardan con la administración federal, como Alejandro Murat, de Oaxaca, cuyo hermano, Enrique Murat, senador suplente del PVEM, hiper 4T cuando ocupó el escaño, ahora va de candidato a diputado por el PRI.

En descargo, hay que decir que el dirigente de los priistas, exgobernador de Campeche, cariñosamente llamado Alito por sus correligionarios, conduce esta travesía con operadores electorales probados, como la pareja Carolina Viggiano y el exgobernador Rubén Moreira, logrando una buena negociación en la Alianza y la percepción de que los priistas están de regreso.

Y pese a que su intención de voto anda por abajo del 15 por ciento, el PRI trae, con el apoyo de la coalición, candidatos a gobernadores con potencial: Ernesto Gándara, en Sonora; Claudia Anaya, en Zacatecas; Anabel Alvarado, en Tlaxcala; Adrián de la Garza, en Nuevo León, y Cristian Castro, en Campeche, sobrino del dirigente nacional priista.

Sólo el electorado en las urnas determinará el tamaño de la sobrevivencia de la oposición.

Por lo pronto, en el Congreso, el priismo oscila entre el dique de contención y el aliado que le ayuda a Morena a sacar los asuntos difíciles. Así lo ha hecho el diputado Moreira, aun en contra del coordinador René Juárez.

Por eso en los pasillos de la política, entre panistas y priistas, punza la duda de si el sobrenombre de Amlito es una mala broma o una sospecha que terminará por confirmarse cuando, en la próxima legislatura, su bancada se convierta en una nueva versión del PVEM.