RETROVISOR POLÍTICO / TENSIONES EN EL EJÉRCITO @ivonnemelgar #MartesDeColumnas mujeresmas.mx

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Rubén Aguilar considera que, desde el inicio del sexenio, con la consigna de abrazos, no balazos, el mandatario resolvió el no uso de la fuerza pública bajo el argumento de que esto genera más violencia.

Un diálogo con altos mandos militares permite a Rubén Aguilar Valenzuela advertir que hay preocupación por los cambios en sus tareas e instituciones.

El autor de Tensiones en el Ejército (Ediciones Cal y Arena) aclara que aun cuando la disciplina castrense impide conocer el tamaño del malestar, éste le ha sido confiado por generales y almirantes activos y en retiro. Según testimonios recabados por el exvocero del presidente Vicente Fox, entre altos cuadros de las Fuerzas Armadas existe el temor de que la expansión de la Guardia Nacional (GN) desplace, e incluso desaparezca, al Ejército, al que ahora ya duplica en su número de integrantes.

En su libro, Aguilar Valenzuela, académico de la UIA, cuenta que el sentir de sus interlocutores –con quienes ha conversado en los últimos tres sexenios– es que el Presidente desprecia a la institución, por lo que habría optado por un general secretario que, en 2018, no figuraba entre los liderazgos más destacados, a fin de volverlo su incondicional. Plantea que el titular de la Sedena, Cresencio Sandoval, habría cedido a ese propósito, tomando postura partidista en su función, un sesgo que incomodó a sus pares.

Varias son las alertas castrenses que el autor comparte: desde la excesiva ocupación en tareas ajenas a la naturaleza del Ejército, hasta el involucramiento en negocios privados que acrecentarían el riesgo de corruptelas, pasando por la militarización del país.

¿Cómo explica la paradoja de que el presidente López Obrador haya conseguido reformas que legitiman el uso de la fuerza del Estado para nunca ejercerla frente al crimen organizado, la producción y el trasiego de drogas?, le pregunto al politólogo con motivo de este libro. Rubén Aguilar considera que, desde el inicio del sexenio, con la consigna de abrazos, no balazos, el mandatario resolvió el no uso de la fuerza pública bajo el argumento de que esto genera más violencia.

“En su cabeza está el viejo concepto de la marca del PRI, que pudo funcionar antes del presidente Felipe Calderón, de que los mandos sólo tienen autorización de enfrentarse para salvar sus propias vidas. He hablado con altos mandos de zonas militares que tienen prohibido salir a buscar al narco y se dan cuenta que éste avanza. Es una concepción que ha producido la expansión de grupos del crimen organizado, probablemente hoy bajo control de 30% del territorio. Nunca entendió el Presidente que, al abrir ese espacio, esos grupos quieren tener el privilegio de controlarlo todo e incrementaron la violencia entre ellos, dejando este saldo de 200 mil muertos en el sexenio”.

En el prólogo de Tensiones en el Ejército, el diputado Rubén Moreira Valdez (PRI) subraya que “el pujante proyecto de militarización de México cobra sus reales dimensiones en este libro”, siendo un documento del cambio radical que efectuó López Obrador “con el cual se borran las fronteras que con tanto esmero se trazaron entre lo militar y lo civil, muy a pesar de los integrantes de nuestras FA”. El exgobernador de Coahuila, quien logró una estrategia exitosa en frenar la violencia criminal, captó del relato de Rubén Aguilar una pretensión presidencial que la reforma concretada esta semana estaría apuntalando: “Parece una paradoja: el Ejército que conocemos, en términos reales está siendo vaciado, la mitad de sus efectivos fueron trasladados a la nueva corporación, y con ello recordamos aquella declaración de López Obrador de julio de 2019, en la cual manifestó su deseo de desaparecer al Ejército y convertirlo en una Guardia Nacional”.

Ahora que el decreto de la reforma de septiembre borró el término “marinos” en el al artículo transitorio que aclara que los integrantes de la GN deberán contar con formación militar –excluyendo a los expolicías federales y a los elementos de la Armada–, le pregunto al autor a qué atribuye esta exigencia de pureza.

Explica Rubén Aguilar que la GN es vista como “una tercera fuerza” adicional al Ejército y a la FA. Y cuenta que hubo voces al interior de la Sedena que proponían que la GN fuera definida como un órgano desconcentrado. Detalla que esa iniciativa buscaba evitar las tensiones ahora en marcha porque “al día de hoy ya la GN tiene 120 mil miembros, el doble de efectivos que el Ejército, con 65 mil, incluyendo la FA”. Recuerda que a éste, en 2019, le quitaron la mitad de sus elementos al constituirse la GN.

El autor comenta que los altos mandos, preocupados con esta situación, saben que, según la norma internacional de policía, por cada mil habitantes, México debería contar con unos 700 mil efectivos y que este rol lo está tomando la GN, que al concluir el próximo sexenio podría tener unos 240 mil, mientras el Ejército seguiría con sus mismas cifras. Y esos mandos asumen que, de concretarse la idea original del presidente López Obrador, “un día podrá decirse, bueno, pues ya, suprimamos el Ejército, quedémonos sólo con esta Guardia Nacional”. Ése, comparte Aguilar Valenzuela, es un temor que ronda entre los generales.

Respecto al relevo en la Sedena, con el general Ricardo Trevilla, el politólogo narra que, por su cercanía con el secretario Sandoval, su nombre fue perfilado medio año atrás por los altos mandos, quienes advierten que su designación fue a dos manos, entre el Presidente saliente y la mandataria electa Claudia Sheinbaum. “Sin duda, hoy, dentro del Ejército, es el que tiene una visión más completa”, sostiene.

¿Listo el Ejército para su primera mujer comandanta suprema?, pregunto a Rubén Aguilar. El autor asegura que la alternancia de género para las Fuerzas Armadas no es un problema. “Haber oído a Claudia Sheinbaum en la campaña y ahora en los eventos de septiembre, que habla absolutamente militarista, a ellos les da mucha confianza; saben que seguirán exactamente igual que con el Presidente”, describe.

P.D.: Gracias por llegar hasta aquí. Tomamos una pausa laboral para reencontrarnos, como cada sábado, a finales de octubre.