SABINA EN EL FUEGO CRUZADO DEL ETERNO DEBATE ENTRE CIS Y TRANS / FABIOLA DÍAZ DE LEÓN, ESCUELA DE SEÑORITAS @escdesenoritas #JuevesDeMasColumnas
La columna del domingo 23 de enero llamada “La Experiencia Trans” de Sabina Berman ha creado un efecto contrario al que pretendía. El enfoque de la escritora iba hacia descalificar las declaraciones de Gabriel Quadri y colocar una voz a favor de “los Trans”. Primer error. La escritora que, sin lugar a duda, tiene un gran manejo de la palabra, entra a un mundo o “nomenclatura” como ella la llama, en donde se enreda de tal manera que el apoyo que ella esperaba dar y lograr con las personas trans se le vino abajo.
La falla no está en la intención de su columna, sino en el desconocimiento de una población y su devenir hacia ser cada vez más visibles y ocupar más espacios donde resulta más poderosa y cuya voz suena cada vez más fuerte y clara. Esa voz tiene un lenguaje que le es propio, empezando por los tan debatidos “cis” y “trans”. El monopolio por el uso del término “mujer” sin los prefijos, a secas, lo exigen en nombre de la biología las feministas radicales y las mujeres que nacieron y crecieron identificándose como mujeres y consideran que no tienen por qué añadir el “cisgénero” a su léxico. Viven acorde al género asignado al nacer y se desarrollan sin necesidad de transitar a otro. Eso significa ser una mujer cisgénero o un hombre cisgénero. Muy aparte de la orientación sexual que desarrolle o con la que se sienta mejor en diferentes momentos de su vida. Es una forma de nombrar la diferencia que se vive entre personas que no tienen necesidad de transicionar en su identidad de género.
Las personas “trans” no se desarrollan con la misma comodidad con el género asignado al nacer y pueden presentar características genitales externas que para la medicina son evidentes y que genéticamente o de manera interna pueden tener muchas variantes. De ahí que decir que hay mujeres con pene y hombres con vagina no sea ninguna mentira. El sistema binario biológico reducido al xx y xy, mujer/hombre para nuestra época resulta insuficiente. Es en este momento en que grupos conservadores, religiosos y de derecha, rechazan toda posibilidad de variantes de género y las tachan de conductas antinaturales.
El discurso que subyace para la época actual, tanto en el plano legal como en el social, es la libertad de la persona a determinar su propia personalidad, tanto en el día a día como en su personalidad jurídica. El respeto que se debe tener ante cualquier persona de adoptar la forma de vida que más le haga feliz y plena. Si para reconocer a un grupo oprimido se debe cambiar el uso de la palabra incluyendo los términos que les representen la misma evolución del lenguaje lo va a hacer. Esto por el simple hecho de que la disidencia sexo genérica es parte de la diversidad y sus estadísticas ya se sitúan cerca del 5% de la población. Cualquier persona tiene el derecho de determinar cómo quiere que lxs demás se refieran a ella con los pronombres de su elección. No tiene que pedir permiso ni contar con la aprobación de nadie para ser quien quiera ser y cómo quiera vivir su vida.
Los derechos de la diversidad son derechos humanos. Los derechos de las personas disidentes de género son derechos humanos. Las mujeres trans son mujeres, los hombres trans son hombres. Las personas no binaries tienen todo el derecho de que se les hable en un lenguaje neutro y que no se les encasille en ser mujeres o en ser hombres. Son los dos y ninguno a la vez.
La pugna entre el feminismo radical excluyente y el transfeminismo es uno de los capítulos más retrógrados y vergonzantes de nuestro momento histórico. Tristemente lo seguirá siendo.