SACROPROFANO / CARDENAL AGUIAR: “NADIE EN LA IGLESIA QUIERE TENER CURAS PEDERASTAS” #JuevesDeMasColumnas @sacroprofano

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ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ

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CIUDAD DEL VATICANO.- Las víctimas de los abusos y la Iglesia no son enemigos. El enemigo es uno sólo: la pederastia. Por eso resulta clave el diálogo entre las víctimas y las autoridades eclesiásticas, para luchar contra el verdadero flagelo. Es la mirada de Carlos Aguiar Retes, cardenal primado de México. En Roma para recibir el Palio de manos del Papa, explicó el motivo del inédito acuerdo entre su Arquidiócesis y la más hostil organización contra los abusos. Además habló sobre las reformas de Francisco y las elecciones de este 1 de julio en su país.

¿Cómo valora la forma en que Francisco elige a los cardenales? Hoy crea 14 de ellos.

Me parece que le está dando más peso a lo que ya había iniciado el Papa Pablo VI de una universalidad en el Colegio que se exprese con la procedencia de los cardenales. Lo que llama la atención ahora es la celeridad del porcentaje. Lo que comenzó con Pablo VI, siguió con Juan Pablo II y Benedicto XVI. Se contempló eso, el porcentaje de europeos e italianos ha ido disminuyendo siempre, sin embargo ahora con estos cinco años del Papa Francisco, él ha intensificado esa proporción para hacerlo más universal.

El Papa está imprimiendo un nuevo equilibrio al Colegio Cardenalicio, ¿lo percibe así?

Las procedencias de los cardenales no son simplemente expresión de distintos países y continentes, sino que se representan a las periferias, a Iglesias que aparentemente no contaban. Por una parte ha dejado a algunas sedes de gran tradición sin cardenal por algún tiempo, y ha nombrado a personas específicas, fijándose en ellas. Este es un segundo aspecto muy interesante. Que los cardenales no solamente expresen universalidad sino que, además, se perciba a esas comunidades pequeñas igual de importantes como las que lo han sido por tradición.

El Papa indicó prioridades a la Iglesia, ¿cuánto se ha avanzado en seguir sus indicaciones?

En términos generales los índices para valorar el avance de las orientaciones que ha dado el santo padre en sus mensajes y documentos es muy disparejo. Mientras que a algunos nos encontró ya en camino, a otros los encontró todavía en una posición más tradicional y, a otros, muy dentro de lo que el Papa anhela: una presencia de la Iglesia en las periferias, con los pobres, con quienes sufren. Y la migración, que el Papa ha asumido independientemente de la región, las condiciones y la nacionalidad de los migrantes.

Sobre la migración se ha hablado mucho en estos días, tras la polémica por la separación de las familias migrantes detenidas en la frontera entre México y Estados Unidos. ¿Cómo vivieron los obispos mexicanos este problema?

La relación de México con Estados Unidos con el presidente Donald Trump ha sido muy dispareja en aspectos como la economía o la migración. Fue muy importante que, cuando se dio esta crisis por la decisión de separar a los niños de sus padres, estaba ya previsto y fue muy providencial el encuentro de alto nivel entre la Santa Sede y el gobierno de México, porque sirvió de plataforma para extender la preocupación del Papa a niveles de gobierno. Me imagino que eso fue uno de los principales factores para que el presidente Trump cambiara su política. Es indudable que la voz del Papa hoy es escuchada en todos los ámbitos.

El Papa ha indicado el camino de las reformas para la Iglesia y usted, desde su llegada a la Ciudad de México, ha propuesto varias reformas, ¿cómo han sido recibidas?

A la mayoría de ellas los feligreses las ven con mucha simpatía, como muy importantes y con esperanza. Las resistencias se dan más en el clero y en algunos agentes de pastoral, en algunos movimientos que buscan recuperar maneras antiguas en el modo de ejercer la evangelización. Pero la feligresía en general siempre las destaca.

¿Qué hacer con quienes son muy aguerridos en sus críticas a las reformas?

El Papa lo dijo con mucha claridad: Debemos tener una gran capacidad de escucha para entender los posicionamientos adversos y, desde allí, mostrarle a las personas o a los grupos que no están de acuerdo, que en el fondo estamos buscando las mismas cosas pero que por ciertos asuntos menores nos confrontamos. Nuestro objetivo es transmitir la fe a las nuevas generaciones, eso es fundamental, y eso no lo podríamos hacer si no consideramos los moldes socioculturales que nos tocan vivir. A esto nadie se opone, pero cuando uno baja a las formas concretas de cómo hacer operativa la transmisión de la fe, ahí empieza el problema. Cada quien tiene su mundo hecho, su establishment, así ya está determinado. Por eso, uno escucha frases como: “Bueno, y todo lo que he hecho ¿no sirvió para nada?”. No es que no haya servido, tanto sirvió que estamos aquí. Pero no es suficiente. Entonces bajan la guardia y uno empieza un diálogo constructivo.

Uno de los cambios más notables ha sido el acuerdo de la Arquidiócesis de México con la SNAP, la organización de víctimas de los abusos del clero. ¿Qué busca?

Ahora apenas es un principio de diálogo y de ánimo de colaboración, entendiendo que tanto las víctimas como la Iglesia podemos descubrir que el enemigo no es el uno o el otro, sino la pederastia. Por eso, en lugar de confrontarnos entre nosotros, lo que debemos hacer es sumarnos para que no existan abusos. En ese tono se ha dado el diálogo entre SNAP México y nosotros. Se abre un parteaguas porque, desde el Papa a los obispos, nadie quiere tener sacerdotes pederastas. No es que estemos deseando tenerlos y conservarlos sino al revés, estamos en una actitud de renovación que nos permita tener ministros confiables. Atender lo que dicen las víctimas y lo que ellos describen sobre cómo se generaron todos estos hechos, nos ayuda a nosotros a ver cuáles son los perfiles más adecuados entre quienes se forman al sacerdocio.

¿Cómo romper la idea arraigada de que ciertas víctimas son enemigas de la Iglesia?

Con un diálogo que nos permita ayudarnos a descubrir las formas más prácticas para evitar estos hechos. En eso estamos, escuchándonos los unos a los otros. Por nuestra parte se le dieron a conocer a SNAP los protocolos en la materia aprobados por la conferencia episcopal y autorizados por la Santa Sede, les han parecido muy bien. Podemos construir un diálogo constructivo.

Este domingo son elecciones presidenciales en México, ¿qué espera usted de esta jornada?

La jornada siempre es un momento de tensión y de incertidumbre porque es el voto el que define. Deseamos que exista la más amplia participación, por eso la estamos promoviendo como Iglesia y, de allí, mientras más fuerte sea la participación ciudadana, más fácilmente se resolverá cualquier litigio postelectoral. Esa es la razón por la cual estamos insistiendo en que todos participen de modo activo. Así saldrá más fuerte el ganador y será más fácil convencernos de que tendremos el gobierno que elegimos, pero que lo decidimos nosotros con el voto.

¿Usted cree que puede existir la tentación de no aceptar el resultado?

Podría haber, eso ya lo vivimos, en el 2006 sobre todo. En 2012 no hubo conflicto postelectoral porque la diferencia fue mayor, si hay una diferencia notable no habrá conflicto, de ahí la importancia de salir a votar.

¿Qué recomiendan los obispos a la hora de votar?

Con los obispos estamos indicando que es la oportunidad de que nuestros católicos, cuando tengan encuentros con los candidatos, les manifiesten sus preocupaciones, que son inquietudes de las comunidades católicas. El derecho a la vida, desde la fecundación hasta la muerte natural, la asistencia a la familia estable y la ayuda de políticas públicas para que recuperemos el crecimiento natal, que en México ya está descendiendo. La educación de calidad, que es también fundamental. Y la libertad religiosa.

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