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CIUDAD DEL VATICANO, ITALIA.- Los jóvenes exigen ser escuchados. Mantienen la confianza en la Iglesia, pero quieren contacto personal. Están preocupados por el trabajo y el porvenir. Sienten «angustia» y necesitan a la familia. Estos son los desafíos más urgentes que abordarán obispos de todo el mundo en octubre. Los anticipa, en esta entrevista, el cardenal Lorenzo Baldisseri. El secretario general del Sínodo revela que más de 110.000 personas ya han mandado a Roma sus aportaciones de cara a la asamblea sinodal. En marzo, el Papa abrirá una reunión preparatoria que convocará a muchachos y muchachas de los cinco continentes
«Se debatirá, no porque existan cuestiones doctrinales que discutir, sino porque son jóvenes». Para el purpurado, la próxima asamblea del Sínodo será «intensa, inmediata y concreta». Quizás con menos polémicas mediáticas que las anteriores, dedicadas a la familia. «Los obispos se darán cuenta de que el mundo juvenil es donde deben trabajar más, no tanto teóricamente. A veces se habla demasiado, pero se dicen muchas banalidades, por desgracia», advierte.

Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional es el lema del encuentro, convocado por Francisco y programado del 3 al 28 de octubre en el Vaticano. La discusión la abordarán solo obispos. Todos mayores, muchos ancianos. Y aunque asistirán oyentes jóvenes, su presencia será exigua. Por eso se convocó a un pre-Sínodo, una asamblea que congregará a más de 350 delegados de entre 18 y 29 años de edad, del 19 al 24 de marzo en la sede del colegio Mater Ecclesiae en Roma.

No serán solo representantes de las conferencias episcopales, las Iglesias orientales, los religiosos, la vida consagrada en general, los movimientos y asociaciones católicas. También asistirán miembros de asociaciones de la sociedad civil, creyentes y no. «Queremos abrir el horizonte, no solo mirar adentro sino también afuera. Vendrán participantes del mundo del deporte, de las artes, de la sociedad. Será un número importante», explica Baldisseri.

La cita funcionará exactamente como el Sínodo. Comenzará con una sesión inaugural presidida por el Papa. Ese día, Francisco pronunciará un mensaje y dialogará espontáneamente con todos. Después comenzará la discusión propiamente dicha, dividida en tres grandes temáticas. Además de los discursos pronunciados ante el pleno, las aportaciones se analizarán en grupos lingüísticos llamados círculos menores.

El Papa se convirtió oficialmente en el primer inscrito para la JMJ de Panamá 2019 durante el ángelus del 11 de febrero. Foto: AFP Photo/Vincenzo Pinto
«Al final se publicará un documento que será aprobado a mano alzada y que, después, será entregado a los padres sinodales. Esta es una buena intuición que abre horizontes nuevos y los jóvenes se sentirán escuchados, ellos podrán expresarse libremente», prosigue el cardenal.

El encuentro no se reducirá a la parte física en Roma. Los círculos de estudio serán muchos más de 15 o 20. Gracias a la red social Facebook, se abrirán pequeños grupos también en internet. Serán páginas lingüísticas en inglés, francés, español e italiano. Las opiniones de los comentaristas virtuales también serán tomadas en cuenta.

Todo este material confluirá en el instrumentum laboris, el documento de trabajo que guiará las discusiones de los obispos en octubre. Procesar estas aportaciones, organizarlas y sintetizarlas es ya una labor titánica. Desde hace meses trabaja en ello un equipo especializado compuesto por unas 15 personas.

Pero esa será solo una de las fuentes del instrumentum. El texto incluirá otras aportaciones. Por un lado, las respuestas de las conferencias episcopales del mundo a un cuestionario enviado por el Vaticano meses atrás. Hasta ahora, el 65 % ya cumplió. A estas se sumarán las contestaciones a otro cuestionario de opción múltiple lanzado a través de internet en el sitio synod2018.va y que incluye espacios para opiniones libres.

«El sitio fue contactado por más de 500.000 personas, los que respondieron por completo al cuestionario fueron 110.000. Otros comenzaron pero no llegaron a terminar, porque es complejo. Para el examen de estos cuestionarios hemos contactado a especialistas, que nos ayudarán a elaborar una síntesis. El instrumentum deberá estar listo en el mes de junio, para su envío a los padres sinodales», señala Baldisseri.

Inquietud por el trabajo y la familia

De la lectura de las respuestas –adelanta– surgen inquietudes sobre el trabajo, la afectividad y la familia. Dudas sobre el porvenir y mucha angustia. «Notamos que los jóvenes que salen de sus casas porque desean autonomía, después necesitan volver. No porque requieran asistencia sino por un aspecto existencial. El joven hoy en día se siente solo, sale, cree haber encontrado un ambiente que lo ayuda, pero a menudo no es así, al contrario lo deja solo. No basta la amistad».

Y abunda: «Se percibe mucha angustia en los jóvenes. No se sienten escuchados, se ven como gente que no cuenta, sobre la cual se habla, pero que al final se deja de lado. También existe cierta crítica a la Iglesia, algunos jóvenes cercanos pretenden ser más escuchados. No basta la organización en sí, ellos quieren un contacto personal. Hoy, con la carencia de sacerdotes y agentes de pastoral, los jóvenes no son acompañados. Se reúnen en grupo y en fiestas, pero todo queda ahí».

La Iglesia –constata Baldisseri– es todavía una institución que genera confianza, mientras otras «son vacilantes» y no reciben mucho crédito. El purpurado destaca el voluntariado como una herramienta eficaz para alcanzar diversos sectores juveniles, porque «en la acción de caridad se encuentran todos». Al mismo tiempo, sostiene que los jóvenes, cuando entran en el mundo eclesial, se sienten «protegidos» pero les cuesta llevar esos valores fuera de las parroquias, los grupos y los movimientos.

«El Papa nos pide constantemente que miremos más allá de las fronteras, es su programa: una Iglesia en salida. Es un desafío cotidiano, mirar a los lejanos, los que están afuera, para poder interesarlos, acercarlos. La misma estructura de la Iglesia te lleva a una actitud defensiva. Los ataques contra la Iglesia existen, pero la mejor defensa es el ataque. Esta es la perspectiva. Claro, en el sentido figurado de la palabra, no se quiere matar a nadie», dice.

«Francisco nos pide usar en todo momento un lenguaje adaptado a los jóvenes. Él mismo empuja a los jóvenes que están dentro a ser los portadores del mensaje. El mundo juvenil se encuentra en un momento de cambio histórico, esto los adultos no lo alcanzan a comprender, incluso los más cercanos a los jóvenes. No lo captan. Ahí existe un problema intergeneracional, por eso resulta fundamental integrarlos, hacerlos sentir parte de una sociedad de comunión», concluye.

Andrés Beltramo Álvarez

 

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