SEXTANTE: “ADIÓS” / FEDERICO REYES HEROLES, #Domingueando EN @Excelsior

COLUMNA, NACIONAL, POLÍTICA

Normalmente el poder produce pérdida de sentido de la realidad. Los poderosos, por momentos olvidan que son humanos y cometen errores y pifias. El poderoso puede mucho, pero no lo puede todo. Menos aún si persigue fantasmas. Séneca advertía que “el hombre más poderoso es el que es dueño de sí mismo”.

La presidenta Sheinbaum puede tomar medidas de gran beneficio para el país. Algunas causarían estruendo, fanfarrias, pero, sin cimientos, sin viabilidad real, al poco tiempo se desvanecerían en el olvido. De ahí venimos. ¿Segundo piso? Otras acciones, en contraste, parecerán insignificantes, pero pueden ser de gran trascendencia. En sus 100 compromisos y en sus decisiones, hay varias de éstas. Va un ejemplo. México tiene un enorme potencial silvícola, bosques, selvas de maderas valiosísimas. Alrededor de una cuarta parte de nuestro territorio tiene esa vocación. Sin embargo, simplemente no es tema. Las importaciones de celulosa y papel van y vienen.

Otros países, pequeños, con una capa vegetal pobre, exportan madera. En México nos damos el lujo de devastar—-las cifras oscilan— alrededor de medio millón de hectáreas al año. Algunos programas sociales lo que han propiciado es destrucción, ya sea con fines ganaderos o agrícolas. ¿Guardabosques? Son una ficción. La vocación agrícola de México es bastante limitada, sólo alrededor de 14% del territorio es verdaderamente competitivo en esta área. Una buena noticia, al frente de la Comisión Nacional Forestal se ha designado a un profesional del tema: Sergio Graf. No lo conozco, pero su trayectoria alienta.

Tenemos otras fortalezas descuidadas, por ejemplo, las exportaciones de la industria agroalimentaria —frutas y legumbres y derivados principalmente— son ya un ingreso fantástico para nuestra economía. En 2023 alcanzaron casi los 54 mil mdd. La minería rondó los 42 mil. Ello a pesar de todas las trabas fitosanitarias y de otra índole. Pero podríamos hacer mucho más si de verdad reconociéramos nuestras verdaderas potencialidades. Regreso a la madera. José Sarukhán ha sostenido desde muchos años que el cuidado y cultivo de las maderas preciosas en zonas tropicales de nuestro país podrían ser una gran fuente de riqueza que, además, beneficie a las comunidades pobres que son mayoritariamente las poseedoras legítimas de esos territorios. La analogía no es ecológica, pero se matarían dos pájaros de un tiro: cuidado ambiental y pobreza.

Si Sheinbaum con verdadero pragmatismo deja de perseguir entelequias heredadas y se aboca a lo que sí tiene futuro, podría entregar un país diferente. No puede aumentar el salario mínimo otra vez de manera importante sin provocar inflación. No puede multiplicar las pensiones, porque no tiene margen fiscal. Pero puede dar un verdadero impulso a las energías limpias —en las cuales tenemos un enorme potencial— y eso sería un gran impulso al nearshoring, que se nos está yendo de las manos. Reequilibrar financieramente, con realismo, la industria petrolera y la eléctrica, insisto con realismo, nos quitaría el fardo de una falsa ilusión. Las becas a preescolar, primaria y secundaria de escuelas públicas, pero focalizadas profesionalmente, pueden traer mayor justicia social, de la verdadera. La atención médica casa por casa a adultos mayores ha mostrado en otros países ser muy eficaz. Tenemos todo para hacerlo. La distribución descentralizada de medicinas puede llevar bienestar a millones. La digitalización puede solucionar obstáculos a los empresarios y frenar la corrupción. Extender el horario escolar ha mostrado sus bondades. Apoyar a la ciencia —más temprano que tarde— traerá beneficios. Regresar a la universalización de los servicios de salud, promovería un México más justo. Cirugías y pruebas de laboratorio en los centros de salud, y combatir la obesidad, la diabetes y la hipertensión, es enfrentar los principales problemas de salud. La lista es larga.

Ojalá y digamos adiós a las entelequias. Pongamos los pies en la tierra.