SEXTANTE: BARBARIE / FEDERICO REYES HEROLES, #MartesDeColumnas EN @Excelsior

COLUMNA, NACIONAL, POLÍTICA

Las soluciones parten de reconocer la degradación ética de muchos mexicanos.

Cuando una se acostumbra (al horror),
éste deja de verse, por tanto, de existir.
El horror mismo lleva a perder las proporciones del horror.

Marcela Serrano

Los números están allí todos los días. En toda la República, casi sin excepción. La tranquilidad, como algo inherente a la vida, está en extinción. Muertos, desaparecidos, tumbas clandestinas, partes de cuerpos regadas en bosques y páramos aislados o no, familias masacradas. La lista no tiene fin. 200 muertos el pasado fin de semana. Alrededor de 80 muertos al día. Parece que las cifras empiezan a cambiar. Ojalá. Pero gobernar sin apego a la verdad pasa una factura: el escepticismo, la principal. Un ejemplo de risa: ahora resulta que cupieron 350 mil personas en el Zócalo. La coherencia es central.

Quizá como una forma de defensa del inconsciente, quizá como reacción a lo indigerible, aparece lo que ahora denominamos la “normalización”, damos por normal vivir… en el horror. La única forma de revivir nuestra sensibilidad, nuestra humanidad, nuestra empatía, es poniendo atención a cada caso, así queramos volver el rostro. Era su primo, 28 años, salió a trabajar y no regresó. Tres semanas después, a unas cuadras de su casa, lo encontraron colgado de un árbol, todavía con su mochila en la espalda. Esto ocurrió en Tepoztlán. Salvador me lo platica el mismo día que leo un informe de Causa en Común, una de las instituciones más sólidas en el combate a la violencia de nuestro país, dirigida con pasión y estrategia por María Elena Morera. El título abre los ojos: atrocidades es la palabra eje. “Crueldad grande” dice la RAE. Eso es una atrocidad.

De enero a diciembre de 2024 se registraron un promedio de 12 atrocidades cada día, con 24 muertos en promedio; 1,186 asesinatos con tortura; 652 mutilaciones, descuartizamientos y destrucción de cadáveres. Y, al menos, 442 masacres, o sea 1.2 al día. Galería del horror… es el título del estudio. No es una exageración. Hubo 4 mil 708 “crímenes de extrema violencia”. El promedio diario es 1.7 casos de mutilación, descuartizamiento o destrucción de cadáveres; 3.2 casos de tortura al día. ¿Igualdad de género? La tercera atrocidad más frecuente es el asesinato de mujeres: 505 casos en 2024; 9.7 por semana. Lo que viene, que no cabe en palabras: 224 asesinatos de niñas, niños y adolescentes. 18 casos al mes. También bebés.

¿Qué hay en las mentes enfermas de quienes perpetran estas atrocidades? No sólo es la brutal impunidad (93% a nivel nacional; impunidad/cero) que galopa en nuestro país como invitación permanente a delinquir: no hay consecuencias. Es también una degradación ética, axiológica, en un país en el cual el 89% de la población se declara creyente de alguna religión. En teoría –Mircea Eliade lo desarrolló– las religiones fomentan la paz interior. ¿Qué pasa entonces, cómo explicar la crueldad? ¿Matar niños? Es esto producto del enfrentamiento entre las poderosas bandas o quizá ya cruzamos una invisible frontera y México es ya un territorio dominado por la barbarie, ésa en que la vida “no vale nada”. Pero seguimos con nuestras cantaletas, en México la familia es un valor muy importante. Los mexicanos son solidarios. ¿Será? O sólo en eventos extraordinarios, porque, en la vida cotidiana, el peor enemigo de un mexicano es otro mexicano. Por los datos, hemos perdido todo recato ante el valor de una vida, peor aún, nos invade el gozo del sufrimiento del otro, de allí las torturas, las mutilaciones, los descuartizamientos. Ése es México hoy, y lo primero que debemos hacer es reconocerlo.

¿Hay soluciones? Complejas, pero sí. Sin embargo, todas parten de reconocer la degradación ética de muchos mexicanos. Esa autocrítica es impopular, pero imprescindible. El valor de la vida está en crisis. Vida en todas sus expresiones, la destrucción de flora y fauna es tradición en México. Bien haría el “Humanismo mexicano” en enfrentar el problema.

Y ahora Trump, que muy poco dice del negocio de las armas.