SEXTANTE: “DIGNIDAD” / FEDERICO REYES HEROLES, #MartesDeColumnas EN @Excelsior
Pobres mexicanos que cada 15 de septiembre, gritan por espacio de una hora, para callar el resto del año.
Octavio Paz
Para Vega, con la esperanza de verla crecer en un país digno.
La dignidad es una de las brújulas éticas más certeras del ser humano. Es un venero central de los derechos humanos. Garantizar al recién nacido su derecho a ella, con todas las amenazas que merodean en la vida, está en las normas. Pero las normas universales nada pueden cuando la vileza domina. México vive un desfile de indignidad.
La vileza nunca desaparecerá, es parte de la condición humana. Pero al ser humano también se le otorgan dos armas para combatirla. La primera es construir y cuidar la propia dignidad, no caer en bajezas, ser congruente, no tener expedientes vergonzosos que nos vuelvan vulnerables, que permitan a otros usarlos en nuestra contra para domeñar nuestros principios. Si esto se logra, entonces estamos en posibilidad de exigir dignidad de los otros. La vida pública, no sólo la política, sino cualquier versión de ella, expone a las personas frente a sus conciudadanos. Si alguien es indigno o actúa indignamente en sus funciones, estará provocando el reclamo ético básico: actuar con respeto a uno mismo y, en el caso de la política, con respeto a la función que se ejerce.
En los últimos años, pero con particular descaro a partir de la elección de junio, hemos sido testigos de un vergonzoso desfile de indignidades. Partidos políticos en el papel de mercaderes de votos, pasando a diputados de una filiación a otra; consejeros y magistrados electorales cantinfleando —reconocido por la RAE— en sus argumentaciones para allanar el camino a la nueva tiranía, y también la triste competencia por identificar a los traidores potenciales. En un notable discurso del expresidente Zedillo ante la International Bar Association, en el cual desnuda la perversión de la reforma judicial, el académico de Yale, entre muchos otros argumentos, se refiere a la aprobación fast track de la iniciativa “…la nueva Legislatura inició su periodo de sesiones el 1 de septiembre; 80% lo era por primera vez. Sin tiempo suficiente para estudiar la iniciativa de reforma ni discutirla, la mayoría calificada del partido oficial la aprobó el 3 septiembre”. Se trata de una iniciativa que destruye al Poder Judicial y, además es, prácticamente, inaplicable.
El ridículo no acaba allí, vino entonces el sainete del senador chapulín y todo el país fue testigo del malabarismo del representante popular. Pero la historia sigue, horas después de la turbia aprobación en el Senado, las legislaturas locales, en plena madrugada, ya daban el sí, sin fingir siquiera un plazo razonable para su lectura. Una verdadera farsa resultado de la indignidad que pone a la República al nivel de un vodevil. Zedillo concluye al respecto: “La aprobación de esta reforma judicial del partido en el gobierno es una felonía histórica”. De nada sirvieron todos los argumentos ventilados en la opinión pública, los “representantes populares” concedieron el “regalo” que su vasallaje les impuso. Dónde quedó el respeto a sí mismos, dónde la enorme responsabilidad de modificar la norma fundamental de nuestra convivencia.
Ya lo hicieron, actuaron indignamente y la principal perjudicada y cómplice se llama Sheinbaum. Por supuesto hay esperanzas en los varios recursos que se están interponiendo, entre ellos la flagrante violación al debido proceso legislativo. Por lo visto no aprendieron, se mofaron de nuevo de los principios básicos de la división de Poderes y eso, por donde se le vea, exhibe a un México debilitado en sus instituciones. Débil, porque los gobernantes en turno no tienen el menor respeto por sí mismos, ni los que dicen representar.
Gracias, querido Luis, por la referencia a Paz. Qué razón tenía, una hora de gritería, cohetes, “cuetes” —y también balazos— para ocultar una perenne sumisión. ¿Cómo saldremos de esta jaula autoritaria? Quizá lo primero sea recuperar la dignidad.