SEXTANTE: “FRENESÍ” / FEDERICO REYES HEROLES, #MartesDeColumnas EN @Excelsior

COLUMNA, NACIONAL, POLÍTICA

Los enloquecidos devoran más allá de la necesidad, por el simple gozo de la abundancia.
Frenético quizá sea la palabra: exaltado, agitado, ajetreado, enajenado… loco, nos dice la Academia. Frenesí denominan los marinos a un espectáculo maravilloso y cruel a la vez. Alguna especie menor en gran abundancia, sardinas quizá, provoca la locura de otras: pelícanos, delfines, cormoranes… Los enloquecidos devoran más allá de la necesidad, por el simple gozo de la abundancia. Quiebran la ley de vida. Es una barbarie. Hoy, la abundancia tóxica es el poder. México es víctima de un frenesí.

La locura acompañó a la gestión desde su nacimiento. Sinsentidos que a nadie beneficiaron. Hoy, muchos cadáveres —metafóricos y concretos— rodean al país. Por qué tirar más de 300 mil mdp enterrando un aeropuerto, dinero de los mexicanos y también el potencial negocio que hubiera traído beneficios… a este gobierno. Un absurdo. Por qué obsesionarse con Pemex dándole 2.1 billones de pesos que serán irrecuperables. La vacunación se desploma, por carecer de una milésima parte. Las huellas de la enloquecida marcha —para recordar a B. Tuchman— delatan una pulsión central: el desprecio o temor hacia el mérito. Los iluminados no toleran esa terrenal fórmula de ascenso. El mérito acota los territorios del poder. Peldaño por peldaño, igual en una escuela o una orquesta o en el conteo de las miles de horas de vuelo de un piloto. Por eso el rechazo a las cifras (y la desaparición del Coneval) que desnudan aciertos y errores de los gobernantes. Por eso la fobia a la evaluación educativa independiente y a PISA. De ahí las necesarias “otras cifras”. Sin Inai, cómo rebatirlas. Las concesiones de radio y televisión, entre otras, irán a manos de un incondicional que podrá amenazar para controlar la crítica. Por eso el desprecio hacia el servicio diplomático de carrera. La aversión contra el mérito envenenó todo. Por eso nombramientos anómalos del INE, no de carrera, y el agrónomo en Pemex.

En la locura del frenesí, como las hienas que igual comen avestruces que reptiles, atrapados en su embriagante torbellino, se van encima de la pluralidad y de la impartición de justicia. Las advertencias y críticas llevan meses, pero, desquiciados, no escuchan, no leen la realidad. El peso se debilita, los diarios internacionales llaman la atención de la gravedad de elegir al Judicial. Pero ellos siguen en estampida, como búfalos. Jueves 22: los embajadores de Estados Unidos y Canadá lo dicen con todas sus letras “…la elección directa de jueces representa un riesgo mayor para el funcionamiento de la democracia de México”, K. Salazar. “…mis inversionistas sí están preocupados; ellos quieren estabilidad, un sistema judicial que funcione…”, G. Clark. Conclusión: la reforma al Judicial es un riesgo para la relación comercial en el T-MEC. Pero para los iluminados no hay riesgos, sus visiones, ellos —en sí mismos— son garantía. Juegan con fuego. Estamos a meses de que inicie la revisión del tratado, eje de nuestra economía. La pelea en contra del maíz transgénico, como se advirtió, parece perdida. Perjudicará a muchos.

Falso que quieran heredar continuidad. La herencia es ya el retorno al origen: un sinsentido: destruir al Judicial. Continuidad supondría no seguir envenenando manzanas. Con unas finanzas públicas endebles, una inseguridad que espanta a propios y extraños, un creciente desprestigio internacional, un territorio institucional devastado por la sistemática destrucción; si de verdad quisieran ayudar a Sheinbaum, deberían, por lo menos, congelar la reforma al Judicial. Así ganarían tiempo para estudiar lo que no estudiaron. Que nazca bien la gestión de la primera Presidenta. Facilitar el arranque sí sería continuidad. Pero esto parece boicot, tentación de naufragio colectivo.

El costo del frenesí no tiene referentes. Mortal sinsentido. ¿Por qué imponer la reforma? O quizá necesitan jueces de los narcos. Cortar las raíces del andamiaje democrático y del Judicial nos arroja al abismo autoritario. ¿Y la salida?