SHEINBAUM NO ENTIENDE QUE NO ENTIENDE @MARTHAGTZ #Domingueando en @elheraldo_mx
Pasa en la izquierda, derecha y centro. Ha sucedido desde el llamado “cambio” en el año 2000. No hay un sólo gobernante que no le haya ocurrido.
Pasa en la izquierda, derecha y centro. Ha sucedido desde el llamado “cambio” en el año 2000. No hay un sólo gobernante que no le haya ocurrido.
Una vez que toman posesión del cargo, el Ejecutivo Federal se comienza a alejar de la población, de sus necesidades, y de las prioridades de los ciudadanos, para sustituirlas por sus propias necesidades políticas, atender sus complejos personales y lidiar con problemas que sólo interesan a la cúpula del poder.
No quiero referirme a la supuesta crisis del sistema político en México, ni al balance de poderes, o cualquier otro pretexto normativo para evitar la discusión real: la débil personalidad de los últimos 3 Presidentes de la República, sobretodo del actual.
La forma en la que hacen evidentes sus miedos e inseguridades ha determinado no cumplir con las promesas de campaña, ni con lo que la población esperaba de todos y cada uno de ellos. Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña y ahora López Obrador generaron un capítulo específico en la política mexicana que puede catalogarse como un período de agresividad pasiva con una estabilidad más que mediocre.
Agresividad pasiva, porque casi todas sus conductas partían del principio de inseguridad personal, de sus políticas públicas (inexistentes en la presente administración) y de ineptitud en el ejercicio del poder, es decir, incompetencia pura y dura. Por ello, todos, de distintas formas pretendían controlar sobre todo a los medios de comunicación, sin comprender su origen, naturaleza y función dentro de la sociedad. Simplemente no lo entienden.
Ninguno destaca en la corrección de las deficiencias del otro, ni en la solución de problemas reales de la población. En eso hay evidencia de sobra, son hechos y verdades que a estas alturas no es necesario ni probarlo y menos comprobarlo. Todos han fracasado y han tenido que administrar más las desviaciones propias y de su gabinete, con un pesado tufo de corrupción, que la esperanza que cualquier candidato levanta al ser electo.
Sin embargo es aún más preocupante, que la candidata que viene sea la que sin siquiera haber llegado a la silla, ya se alejó de la realidad. Eso jamás había ocurrido y menos en la Ciudad de México, punta de lanza y centro de presión política al Presidente de la República. Destacaba por su sensibilidad y generación de alternativas al poder presidencial, por innovación y atención a un concepto básico de ciudadanía: el anhelo de una mejor ciudad y un mejor país.
No abordaré el asunto Miguel Ángel Mancera, simple y sencillamente porque hizo de su tiempo y su momento un desperdicio de gobierno, pero Claudia Sheinbaum sorprende, justo por pretender ser técnica, que no lo es, o científica, que menos lo ha acreditado.
Preocupa, porque es la candidata presidencial, punto. Sobre todo porque está violando el principio más importante de la política que es la confianza, que tampoco se ha ganado, sino que ha sido derivada del poder de Andrés Manuel López Obrador y que para cuándo menos 50 millones de mexicanos ya ha perdido.
Claudia Sheinbaum va en una ruta acelerada para la gran decepción, aunque ella tenga otros datos basados en dos absurdos: una encuesta de aceptación, y otra decisión unilateral de AMLO. Por eso la determinación de nombrar a Martí Batres, un semi socialista, semi bandolero, semi embustero, semi político, habla muy claro de la visión de Sheinbaum.
Ella considera que su labor es trabajar hacia el interior de un semi partido (movimiento) convenciendo a sus bases y armando acuerdos políticos reducidísimos en alcance y contenido para la sociedad, pero muy importantes para sus trasnochadas y recargadas tribus.
Porque el mensaje de la sociedad el pasado mes de junio fue de una clara exigencia de apertura política y mental. Es decir, que escuchara y representara a más ciudadanos y no sólo a los que abarcan sus programas sociales y su visión post sesentera, pero ella tomó la decisión no sólo de cerrar ojos y oídos, sino de confrontar esa decisión y cerrarse, haciendo cambios para hablarle únicamente a Morena y sus grupúsculos.
De su equipo ya hablaremos más adelante, porque ella misma se colocó en esa posición, por lo pronto, una pésima señal la de Martí Batres encabezando su postulación a la candidatura. Una señal que lastima una vez más la confianza ciudadana, confianza que por cierto aún no sea ha ganado.
Y no es pregunta.
POR MARTHA GUTIÉRREZ
ANALISTA EN COMUNICACIÓN POLÍTICA
@MARTHAGTZ