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La “oposición” nacional, hoy no hace absolutamente nada más que gritar. Porque entendemos que Twitter y sus debates abarcan sólo 3% de la discusión
Para definir la realidad política nacional debemos imaginar que estamos en una habitación cerrada con 20 personas dentro, todos gritando al mismo tiempo. Uno habla sobre economía y cree tener la razón absoluta, otro sobre salud, uno más sobre seguridad y el resto se culpan unos a otros. Los que se desesperan comienzan a elevar cada vez más el tono de voz, pensando que de esta manera los demás guardarán silencio, escucharán y además harán caso.
Frustrados, sacan sus computadoras, utilizan las redes sociales, los medios de comunicación y todos aquellos instrumentos con los que piensan, su voz se escuchará más. Pero en esa habitación, sólo uno tiene poder, sólo uno trabaja con la gente y únicamente uno ha entendido que la política ya no es cíclica y que los partidos políticos ya no le interesan a la ciudadanía, no los toman en cuenta porque han perdido toda legitimidad.
Esta es la realidad política en nuestro país. La “oposición” nacional, hoy no hace absolutamente nada más que gritar. Porque entendemos que Twitter y sus debates abarcan sólo 3% de la discusión, y de ese 3% habrá que ver en cuántas personas inciden realmente.
Porque ni el PAN, ni los demás partidos políticos han comprendido que en los últimos años, instituciones de desarrollo democrático han medido claramente que en México los partidos políticos cuentan con un raquítico 11% de aprobación. Que Andrés Manuel López Obrador (ojo no Morena), tiene más de 50% de aprobación y que todas las instituciones (incluyendo el Poder Judicial y Legislativo) están absolutamente deslegitimados.
Por ello es difícil entender cómo y por qué, el PAN, PRD, PRI, MC y los demás partidos rémoras han pensado que la política es cíclica y que la gente regresará a apoyarlos, y entonces han decidido acaparar las candidaturas, los espacios políticos, las negociaciones y la visión del país, solo porque intuyen que el Presidente no está teniendo una buena gestión.
Nada más alejado de la realidad.
Los vemos encapsulados en sus propias decisiones, el reciclaje de personajes como Ricardo Anaya rompiendo lo poco que comenzaba a reconstruir el PAN, simulando recorrer el país en una nueva versión de roadshow, que parece más turismo político que una real actividad política, Margarita Zavala compitiendo por el distrito 15 en la alcaldía Benito Juárez en la CDMX, la segunda más panista del país, Roberto Gil en Cuajimalpa, el gobernador Javier Corral impidiendo a toda costa la candidatura de la alcaldesa en Chihuahua, etc.
Esas decisiones de cúpula, lo único que hacen es terminar de destruir la legitimidad y refuerzan la idea de que las personas, más allá de los partidos son la esperanza, y le dan absolutamente todo el chance al gobierno de AMLO de escoger a esos candidatos para que con su apoyo, arrasen en las elecciones venideras de 2021.
Si los partidos no hacen nada territorialmente, si no se meten a trabajar con y para la gente, si no proponen, investigan, accionan, actúan y gestionan, obtendrán justo lo que se merecen: la intrascendencia.
Sobre todo, si AMLO, Claudia Sheinbaum y Morena deciden apoyar a candidatos con méritos, con trabajo territorial, buena imagen y prestigio, y los ponen a competir contra los mismos de siempre. Pero si cometen errores de nepotismo como el del secretario de Turismo, Miguel Torruco, que en su ambición por tener aún más, impulsa las absurdas aspiraciones de su hijo, quien por el simple esfuerzo de tomarse fotos con el Presidente de la República y tener un papá influyente pretende obtener alguna candidatura, estarán generándose un problema donde no lo hay, poniendo en automático a Morena y a la 4T de AMLO en una situación que ni en las peores prácticas de nepotismo del PRI que tanto critican ha estado, confirmando con ello que la crisis por la que atraviesan los partidos políticos, comenzó en lo que hoy se llama Morena.
La falta de trabajo de tierra de estos personajes es evidente, y no se puede negar que contrasta con la cercanía y conexión que mantiene el Presidente con un segmento importante población, y luego nos preguntamos ¿por qué a pesar de los desatinos de este gobierno, los niveles de aprobación de AMLO continúan por arriba de los 50 puntos?
Lo que parece evidente y claro para algunos, para otros no lo es tanto.
De verdad, la ruta es muy obvia.
Y no es pregunta…
POR MARTHA GUTIÉRREZ
ANALISTA EN COMUNICACIÓN POLÍTICA
@MARTHAGTZ