SISTEMA NACIONAL DE CUIDADOS, LA ESTRATEGIA PENDIENTE @JaArturovazquez #JuevesDeMasColumnas EN mimorelia.com
En algún momento de nuestras vidas, todas las personas necesitamos ser cuidadas. De manera particular, en la primera infancia, por discapacidad, por enfermedad o en edad avanzada, cuando se pierde autonomía para cubrir las necesidades básicas.
A nivel mundial, la demanda de servicios de cuidado va en aumento por los cambios demográficos, económicos y sociales de la población. Se estima que 1,900 millones de niñas y niños menores de 15 años de edad y 200 millones de adultos mayores necesitarán cuidados en 2030.
El trabajo de cuidados representa alrededor del 9% del Producto Interno Bruto mundial; sin embargo, es poco valorado y reconocido. A pesar de ser uno de los pilares para construir una sociedad próspera, recae de manera desproporcionada en las mujeres. Si todas las personas que se dedican a esta actividad recibieran al menos un salario mínimo, el trabajo de cuidados representaría 10.8 billones de dólares anuales, un monto que triplicaría el tamaño de la industria mundial de la tecnología, de acuerdo con Oxfam.
Si bien, el abordaje de los cuidados no es reciente, las políticas públicas en esta materia tomaron mayor protagonismo y visibilidad a partir de la pandemia de COVID-19, que no solo evidenció los problemas de los sistemas sanitarios, sino también la importancia de los cuidados para la sostenibilidad de la vida y la economía.
Es tal su relevancia, que se ha colocado en el cuarto pilar de los sistemas de protección, solo por detrás de la educación, la salud y la seguridad social. A nivel internacional son varios los países y regiones que trabajan en este tema. Por ejemplo, en 2022 se presentó la Estrategia Europea de Cuidados para garantizar servicios de calidad, asequibles y accesibles y mejorar la situación tanto de los cuidadores como de los receptores de cuidados. En América Latina, prácticamente todas las naciones tienen al menos un programa que aborda servicios de cuidado; sin embargo, Chile, Uruguay y Costa Rica, destacan en la construcción de un sistema integral de cuidados.
Pero, ¿Qué es un sistema integral de cuidados?, de acuerdo con ONU Mujeres es “un conjunto de políticas encaminadas a concretar una nueva organización social orientada a cuidar, asistir y apoyar a las personas que lo requieren, así como reconocer, reducir y redistribuir el trabajo de cuidados -que hoy realizan mayoritariamente las mujeres-, desde una perspectiva de derechos humanos, de género, interseccional e intercultural”.
En México aún no hemos logrado constituir un sistema, aunque hay varias iniciativas al respecto, tanto a nivel federal como estatal. Basta apuntar que, en 2020, la Cámara de Diputados aprobó una reforma para elevar a rango constitucional el derecho al cuidado y a cuidar; sin embargo, la Minuta sigue en revisión en la Cámara de Senadores.
A nivel local, la Constitución de la Ciudad de México fue la primera en reconocer el derecho a los cuidados y el pasado mes de febrero, el Congreso del estado de Jalisco aprobó una legislación que da lugar a la creación del primer sistema integral de cuidados en una entidad federativa.
Sin duda, el debate legislativo es fundamental, pero requerimos un conjunto articulado de leyes, políticas, programas y acciones que vayan más allá de un sexenio. Cynthia L. Michel, Guillermo M. Cejudo y Adriana Oseguera Gamba, especialistas en políticas públicas, destacan que sabemos mucho sobre los problemas asociados a la crisis de los cuidados, pero no lo suficiente acerca de la solución. Destacan que crear un sistema de cuidados no es una tarea sencilla, dado que es más que una legislación, la creación de un programa, la articulación de las acciones que ya existen o el reconocimiento del esfuerzo que hacen las mujeres, también es un proceso de largo plazo, que requiere conocimientos técnicos y la construcción de capacidades administrativas.
Dada la diversidad y las desigualdades regionales que caracterizan a nuestro país, es fundamental escuchar voces, evaluar experiencias, definir a la población objetivo, el territorio, las intervenciones, el enfoque y asegurar el financiamiento, pero, sobre todo, la voluntad política para sentar las bases de un sistema nacional de cuidados de vanguardia, que garantice el derecho al cuidado y a cuidar, que genere empleos y ayude a cerrar las brechas de género.