TODOS LOS CAMINOS LLEGAN A LA ROMA … ( CASA DE AMLO )

NACIONAL

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CIUDAD DE MEXICO .- Desde el 2 de julio el peregrinaje de los que padecen tiene otro santuario: la casa de Chihuahua 216, en la Colonia Roma, oficinas de Andrés Manuel López Obrador convertidas en lugar de procesión de todo el que tiene fe tras largos años de padecimientos.

“Te traje mi currículum, a ver si hay algo”. “Me despidieron injustamente”. “Necesitamos agua”. “Te traigo una fórmula secreta para alimentar al pueblo”. “Mi hermano se muere en Pennsylvania”. “Préstame 200 mil pesos y te los pago”. “Condenaron a mi hijo injustamente”. “Estoy embrujado”.

Todos los caminos llevan a la Colonia Roma.

Las solicitudes son tan extremas como decir que el primero en llegar, el 2 de julio, fue el sonorense José Acosta Rochín, quien fue a pedir 400 mil pesos para devolver en ambulancia aérea a su hermano Gilberto, moribundo con parálisis cerebral en Pennsylvania.

Uno de los último ha sido Leo, un lavacoches de 21 años que ayer pidió hacerse cargo del jetta blanco en el que viaja el virtual Presidente electo.

“Yo ayudé en la campaña”, dijo con su cubeta y su franela en la mano.

La señora Luz María Martínez, vendedora de mesas y sillas en Morelos, lloró sobre la banqueta. Pedía prestados 200 mil pesos, que fue lo que pagó, dijo, por el rescate de su marido secuestrado. “Pedí prestado y me lo liberaron, pero ahora apenas puedo pagar los intereses, que me preste 200 mil, no regalados, yo le pago 15 mil cada dos meses”.

Cientos de mexicanos llegan día a día en busca de López Obrador con solicitudes bajo el brazo. La semana pasada dos ciudadanos de Juchitán, Oaxaca, requerían ayuda para la reconstrucción de las viviendas que destruyó el sismo del año pasado.

Los trabajadores de la extinta Ruta 100 querían que les paguen sus liquidaciones de hace 23 años. Igual que los ahorradores defraudados de Ficrea, disuelta en 2014.

“Soy sordo y estoy embrujado desde hace 18 años. La Comisión de los Derechos Humanos no ha hecho justicia”, dijo Leobardo Centeno Vargas.

López Obrador entra y sale de su oficina a bordo de su auto, pero con las ventanillas abajo. Hay caos en la entrada, empujones, solicitudes de fotos, y él da la mano, escucha peticiones y recibe documentos.

“Si recibo a todos, no trabajo”, les dijo ayer a unos ex trabajadores del SME. Pero frente a la casa la fila se mantuvo todo el día.

La oficina recibe todos los documentos, les advierte que no es bolsa de trabajo y les ofrece que analizarán cada caso. Aunque algunos no traen nada escrito.

“Necesito hablar con él personalmente, la traigo aquí en la cabeza”, decía ayer el señor Ernesto Martínez en la entrada. Al final aceptó ir por una hoja y escribir a mano su carta.

Otros llegan a felicitarlo todavía por su triunfo, como la señora Silvia Elena Arjona, de 60 años, que viajó en autobús 14 horas desde Tabasco. “Lo vi un poquitillo… me voy alegre, con eso me conformo”, expresó.

Los investigadores del INAH arribaron a protestar por las extorsiones del crimen. El tesorero del Municipio de Lerma entregó su queja por los recibos de luz de hasta 22 mil pesos por casa; el señor Pedro Pérez, de 80 años, llegó de Iztacalco a acusar al IMSS que lo inyectó mal y ahora le duele todo el brazo.

Los solicitantes están ahí desde las siete de la mañana, antes de que López Obrador llegue a su oficina, y se van hasta que oscurece.

El fervor llega a tanto que la noche del miércoles seguidores del fundador de Morena le encendieron 14 veladoras, pegaron una Virgen de Guadalupe en la barda, le cantaron y le rezaron dos padres nuestros y un Ave María sobre la banqueta.

“Hay que ponerle veladoras para que Dios nos lo cuide, yo tengo un altar en mi casa dedicado a Andrés, vamos a llenar de veladoras toda esta casa de la morenita para que la virgen nos lo proteja”, dijo la señora Teresa Rueda.

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