TRANSICIÓN ENERGÉTICA: UN MOTOR DE CRECIMIENTO #JuevesDeMasColumnas @JaArturovazquez EN mimorelia.com

COLUMNA, NACIONAL, POLÍTICA

La industrialización históricamente ha sido una fuente de crecimiento económico, generación de empleo, innovación y desarrollo tecnológico. También, una pieza clave para lograr objetivos sociales como el acceso a la educación, salud, vivienda y la erradicación de la pobreza, sin embargo, se han generado enormes consecuencias al medio ambiente.

Múltiples estudios han documentado cómo el calentamiento global por la emisión de gases de efecto invernadero está alterando el equilibrio del planeta. Recientemente hemos sido testigos del impacto de diversos fenómenos hidrometeorológicos como sequías extremas que limitan la disponibilidad de agua y ponen en riesgo la producción de alimentos o huracanes intensos que desbastan regiones enteras.

En este escenario, la cuarta revolución industrial ofrece nuevas fuentes conocimiento e innovación para el desarrollo sostenible. No solo el Internet de las Cosas, el Big Data, la Nube, la Inteligencia Artificial y la Ciberseguridad son herramientas que están implementando gradualmente en las empresas, también el uso de tecnologías verdes va en crecimiento y brinda más oportunidades económicas.

Varios gobiernos han trazado un plan de transición energética, no solo para enfrentar el cambio climático, también como respuesta a la incertidumbre en los precios de los combustibles fósiles y el riesgo de escasez de energía. En Estados Unidos, por ejemplo, la Ley para la Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés), promulgada en agosto del 2022, contempla incentivos por 369 mil millones de dólares (mdd) para enfrentar el cambio climático y fortalecer la seguridad energética. Además, se prevé que invierta 7 mil millones de dólares para la producción de hidrógeno. En la Unión Europea, el plan REPowerEU busca diversificar sus proveedores de energía y acelerar la descarbonización, para lo cual se estiman inversiones del sector público y privado de alrededor de 210 mil millones de euros para el periodo 2022-2027.

La inversión en energías limpias va en aumento. Un informe reciente de BloombergNEF, reveló que en 2023 se invirtieron 1.8 billones de dólares a nivel mundial, un máximo histórico que significó un incremento del 17% con respecto a 2022 y en este rubro el transporte eléctrico es el sector que registró el mayor aumento.

El trabajo no ha sido fácil, los combustibles fósiles continúan subvencionados y la transición energética implica un cambio de paradigma en los sistemas de producción y en la vida cotidiana de las personas, incluso va más allá, porque están en juego posturas ideológicas e intereses económicos.

La transición energética no solo es una estrategia para enfrentar el cambio climático, también es un motor de crecimiento económico y una plataforma para crear millones de empleos verdes. La Organización de las Naciones Unidas, estima que cada dólar de inversión en energías renovables crea tres veces más puestos de trabajo que la industria de los combustibles fósiles. En la Unión Europea, por ejemplo, la industria solar creció 30% y creó alrededor de 600 mil empleos en 2022, mientras que en Estados Unidos se prevé la creación de 5 millones de empleos con la Ley IRA.

México tiene potencial para impulsar una economía verde, que atraiga inversiones, empresas y cree empleos, podemos generar hasta el 40% de la electricidad a partir de fuentes renovables para 2030, según la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA); sin duda, es una buena noticia porque la necesidad de energía limpia se ha vuelto fundamental, sobre todo, ahora que el mundo ha puesto sus ojos en el país para la relocalización de empresas.

El Plan Sonora es una alternativa para impulsar el crecimiento económico de una región de México, pero hay varios estados del país que tienen potencial, como Baja California y Michoacán que son líderes en la producción de energía geotérmica, o bien Oaxaca y Veracruz, que destacan por el mayor número de proyectos eólicos y de bioenergía.

Hoy, más que nunca, necesitamos contar con un plan de inversiones que brinde certidumbre jurídica y, por su puesto, condiciones estables, que sean aseguradas por nuestras instituciones y la planeación de largo plazo, no solo para la inversión de infraestructura energética, si no para explotar las oportunidades de crecimiento y desarrollo que ofrece la economía verde en el campo, las ciudades y el sector industrial.