TRUMP, YOU’RE FIRED! / FERNANDO AGUIRRE #Domingueando EN @Excelsior

COLUMNA, NACIONAL, POLÍTICA

El hecho de que Trump no haya ganado las elecciones, nos alivia de la presión y la amenaza constante del “We will build a beautiful wall and Mexico will pay for it”

Resulta inevitable seguir hablando de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, a pesar de que hace dos semanas se anunció que Joe Biden reunió más de los 270 votos del Colegio Electoral requeridos para proyectarse como el presidente estadunidense número 46 y aún están por resolverse las impugnaciones que exige Donald Trump.

El todavía inquilino de la Casa Blanca, meses antes de la elección, había amenazado con no reconocer la validez del proceso electoral si ésta, evidentemente, no le favorecía, y lo está cumpliendo. La constante desde que ocurrió la elección a la fecha ha sido denostar, sin pruebas, que la votación fue amañada en su contra y mantiene un férreo discurso de rechazo al resultado, y tuiteando aclara: “¡No concedo NADA! Tenemos un largo camino por recorrer”.

Será interesante ver su estrategia en defensa de lo que él considera su triunfo, una vez que todos los estados certifiquen sus resultados electorales en próximas semanas, o cuando el Colegio Electoral elija formalmente al próximo presidente el 14 de diciembre, y el resultado no le favorezca.

En América Latina nos resulta muy común los conflictos postelectorales que terminan resolviéndose, en el mejor de los casos, en los tribunales electorales; y en el peor, a través del uso de la fuerza o golpes de Estado. Sin lugar a dudas, resulta inimaginable que una de las democracias más sólidas del mundo, como es la de EU, viva esta encrucijada. Todo lo que acontezca con el vecino del norte tiene un efecto no sólo en México, sino también a nivel mundial, de ahí la congratulación de muchos líderes que ven en el triunfo de Biden una oportunidad de relanzar sus relaciones con un país que bajo la política internacional de Trump le ha apostado al aislacionismo.

Aunque no se caracterizó por aplicar una política exterior bélica, en el sentido estricto de la palabra y hasta le valió una nominación al premio Nobel de la Paz; en la retórica, su palabra favorita siempre ha sido la amenaza. La cual no se le toleró en varios países y no en balde el canadiense Trudeau le dio la espalda, así como varios líderes de la Unión Europea, China, Rusia, Oriente Medio, entre otros, además de que sus impulsos sin razón obligaron a Estados Unidos salirse de organismos de la ONU como: la Organización Mundial de la Salud, la UNESCO y el Consejo de Derechos Humanos, pero también del Acuerdo de París contra el cambio climático.

En nuestro país, muchos esperábamos un resultado favorable para Biden ‒y me incluyo‒, porque no sólo es el deseo de ver la salida de la silla presidencial americana a un político que resulta, por demás, deleznable, como lo es Trump; sino porque un cambio político para los estadunidenses, después de tanta polarización y división, supone la prevalencia del espíritu democrático para nuestra región.

El hecho de que Trump no haya ganado las elecciones nos alivia de la presión y la amenaza constante del “We will build a beautiful wall and Mexico will pay for it”. Aunque en los hechos su gran sueño de construir el muro no se concretó en casi nada, la constante mención de esta frase fue de agravio a nuestra dignidad como mexicanos y no de un trato de “amigos y aliados”, como en el argot de la diplomacia política suele expresarse. Nunca más deseamos volver a escuchar esa expresión.

Cierto es que “quien siembra viento, cosecha tempestades”, Donald Trump polarizó a su país cultivando el odio; alentando la supremacía blanca, las provocaciones racistas y xenófobas; capitalizó las frustraciones que junto con su política de rabia le generó réditos en las urnas, afortunadamente no lo suficiente para imponerse de nuevo.

El gobierno de Trump tuvo la oportunidad de “Hacer América grande otra vez”, un ideal que, por supuesto, no se cumplió y quedó atrapado en el populismo demagógico. No se le augura un buen pase a la historia y lo bueno que haya hecho por su país se verá eclipsado más por esa personalidad disruptiva, arrogante, impredecible y petulante, con la que así se le concibe. Sí, con eso se queda uno.

Sin Trump en la Casa Blanca, la Organización Mundial de la Salud, el Acuerdo de París, los dreamers, entre otros, pueden dormir tranquilos; esperamos, con ello, los buenos tiempos para México.

ANECDOTARIUM

La noche del 8 de noviembre del 2016, había concluido la elección estadunidense y el triunfo lo acreditaba Trump. No hubo reacciones en el gobierno de nuestro país esa noche hasta el día siguiente. El optimismo era incierto y la nueva realidad replanteaba un nuevo esquema de colaboración y disposición por el bien de la relación bilateral y todo ello a través de empezar tocando una puerta principal: la del yerno.