JOKER Y FEMINICIDIO @escdesenoritas ESCUELA DE SEÑORITAS #LasDelViernes

COLUMNA, NACIONAL, POLÍTICA

Fabiola Díaz de León Escuela de Señoritas @escdesenoritas

Nuestra sociedad mexicana tiene la violencia normalizada a tal extremo que no distinguimos los focos rojos de la enfermedad mental que nos aplasta. Un país con las estadísticas que tenemos no puede ser un país de personas cuerdas. Según datos recabados del INEGI y analizados por profesionales en materia de estudios de género, y derecho en particular, como Estefanía Vela Barba, la pueden seguir en twitter como @samnbk, da a conocer un dato muy interesante que en esta semana que se ha hablado tanto de feminicidio y cómo abordarlo desde la legislación hasta el autocuidado y es que en los casos de homicidio de mujeres el 57% había sufrido violencia familiar, los hombres solo 14%.

El terrible feminicidio de Ingrid Escamilla ha conmocionado a todos. Pensamos que la psicosis es privativa de los locos. No. Todos los cerebros pueden entrar en psicosis por diferentes motivos. Unos son más propensos que otros a desarrollarla por condiciones neuroatípicas como pueden ser la bipolaridad o la esquizofrenia que en etapa de crisis la presentan. Los neurotípicos pueden desarrollarla por sustancias como el alcohol, alucinógenos, cocaína, fármacos varios, en fin, muchas, muchas sustancias. La higiene mental no es un problema que atañe solo a cada persona, es un problema de salud pública. La química cerebral es tan particular como la huella dactilar. En la película Joker vemos cómo una persona neuroatípica que carece de sus medicamentos cae en una espiral psicótica hasta convertirse en un fenómeno colectivo. Deja claro que el Estado y su falta de atención médica es más que responsable del declive del personaje. En México estamos en pañales en materia de higiene mental y la sociedad no sabe cómo actuar ante personas cuyo comportamiento pide a gritos atención psiquiátrica y psicológica. Las familias lo enfrentan como pueden muchas veces aceptando conductas que acaban por normalizar. La violencia familiar es uno de los síntomas más recurrentes. Que vecinos escuchen los pleitos de la pareja de al lado y lo tomen como si nada pasara. No es normal llegar a la violencia, a ninguna. No es normal golpear a los niños y niñas. No es normal golpear a la mujer. No es normal golpearse en una cantina. Los brotes violentos no son normales ni aplaudibles. En nadie y bajo ninguna circunstancia. Torturar, lastimar, violar, amenazar, matar, a seres o personas más vulnerables no es normal. Y aun cuando no todo el comportamiento criminal se debe a una enfermedad mental, tampoco responde a una persona que goza de todas sus facultades mentales. Que vivamos en una sociedad que no está en pleno uso de ellas solo indica lo necesario que es que existan programas nacionales de higiene mental, prevención y atención específicamente contra la violencia. La que sea.

El incremento que se ha venido dando en abuso sexual a menores, violaciones, feminicidio, conductas criminales en general y suicidio se tiene que atender con programas sociales tanto oficiales como de la sociedad civil. La pedofilia si está catalogada como un trastorno mental. Que exista la demanda que es obvia por pornografía infantil demuestra que es más común de lo que se dice. Que sepamos de tantos y tantos adultos (los que sean) teniendo sexo con menores es un foco rojo enorme. Que un sacerdote en Rhode Island se atreva a decir que la pedofilia no ha matado a nadie pero el aborto sí es una analogía casi satánica aparte de equivocada. Muchas víctimas de pedófilos terminan suicidándose. Muchas otras son asesinadas.

Dicen que decir que un feminicida está loco no es correcto que en México se trata de hombres promedio. El feminicida de Ingrid Escamilla que fue vinculado a proceso de inmediato para estas fechas esta en un centro de rehabilitación porque amenazó con suicidarse. No era necesario que lo hiciera. Una persona que toma la vida de otra con la saña y de la manera que lo hizo no debería de comprobar su posible condición mental. Es obvia. Pero una sociedad que hace del acto un espectáculo debería cuestionarse también.